Fuente: Portafolio.com
La economía solidaria es una estructura de producción, distribución, consumo de bienes y servicios centrado en el ser humano, arropada por valores como la autogestión, autonomía, educación, equidad, ayuda mutua, transparencia, cooperación entre entidades y el compromiso con la comunidad, en la que se destaca la solidaridad basada en la preocupación por los demás para lograr el beneficio común.
Esta visión versa sobre un modelo económico que contribuye a la reducción de la pobreza y la desconcentración del ingreso, todo lo contrario de la tendencia en las relaciones internacionales de los países ricos y pobres, donde las diferencias y las brechas se aumentan cada vez más.
Actualmente, en nuestro país la economía solidaria está en plena consolidación, crecimiento y transformación, razón por la cual se presentan inconvenientes y oportunidades de mejora continua.
Tenemos un sector disperso y asimétrico, tanto en tamaño como en la complejidad de sus operaciones, tecnología y nichos de mercado.
Es por esto que el Gobierno Nacional, a través de la Superintendencia de la Economía Solidaria, es generador de confianza para que las empresas que hacen parte del sector cumplan con su rol de velar y proteger los intereses de los asociados y de la comunidad en general.
¿QUÉ HACEMOS?
En la Superintendencia vigilamos desde entidades con una o dos personas hasta conglomerados con un número representativo de empleados. Así mismo, en las entidades vigiladas existe diversidad en cuanto al valor patrimonial, unidades de operación y desarrollo de actividades y detrás de éstas los asociados como beneficiarios finales.
¿Qué es lo esencial de este modelo económico en Colombia? Es precisamente acompasar los circuitos económicos y robustecer las fases involucradas, entre las que se destacan: 1- la promoción, que busca incentivar la creación de nuevas entidades; 2- la sostenibilidad, que está directamente relacionada con el crecimiento y la generación de economías de escala y 3- la supervisión apropiada, que contribuye a la estabilidad para fortalecer al Sector como alternativa de desarrollo social y económico.
La confianza en la economía solidaria se forma porque existe una institucionalidad robusta desde el Estado y de los diversos organismos que conforman el sector. Esto no quiere decir que no haya inconvenientes, sino que precisamente se tomen las decisiones con un enfoque objetivo y de mitigación de los riesgos, tanto por los sujetos vigilados como por las partes interesadas, cada uno dentro del ámbito de sus competencias legales.
De esta forma trabajamos para ampliar cada vez más la cobertura y la calidad en la supervisión, para equipararla con estándares internacionales y buenas prácticas de gestión.
LA VIGILANCIA
A nuestro universo vigilado se le aplica un proceso de supervisión cada día más riguroso y técnico, que inicia con una segmentación de entidades por perfiles de riesgos, ya sean estos de cumplimiento o financieros, lo cual se ve reflejado en nuestros procesos de control como son las medidas de intervención, las cuales han sido aplicadas en entidades como la denominadas libranzas, en las que eventualmente se ha desvirtuado y transgredido la normatividad aplicable para el modelo cooperativo.
En complemento se adelanta un permanente proceso de seguimiento, consistente en actividades de inspección, vigilancia y control, tanto in situ como extra situ.
Así mismo, se hace una verificación para varios segmentos de entidades, evaluando entre otros aspectos la forma como se direccionan las empresas y su apetito al riesgo.
Hoy en día la economía solidaria en Colombia aporta una cifra cercana al 3% del Producto Interno Bruto y se encuentra presente en la mayor parte de los sectores económicos como la producción, transporte, educación, distribución de bienes y servicios, conservación del medio ambiente, entre otros.
EL PESO DEL SECTOR
El pasado mes de abril, la Supersolidaria publicó un documento con el primer avance sobre el reporte de información de las entidades vigiladas al 31 de diciembre de 2016.
El documento reveló que para el año 2016 un total de 181 cooperativas manejan activos de más de 12 billones de pesos, lo que equivale a la tercera parte de los activos del sector, representando a casi la mitad de los asociados en Colombia.
Frente a la coyuntura histórica que atraviesa el país, nuestro reto y responsabilidad es contribuir a la construcción de paz y el Sector Solidario es una de las apuestas que tiene el Gobierno Nacional para esta etapa de posconflicto, a través de la creación de empresas y organizaciones solidarias, así como el fortalecimiento de las existentes, para lograr un desarrollo económico local, regional y nacional incluyente, que contrarreste el desempleo y las fisuras de desigualdad social que permanecen.
El ejemplo más reciente es el trabajo que se está llevando a cabo con los desmovilizados de la guerrilla de las Farc, quienes se capacitan actualmente en economía solidaria para reincorporarse a la vida civil bajo el modelo cooperativo, con el fin de poder acceder a una vida digna, de manera productiva.
Por esta razón, hablar del sector solidario en Colombia es hablar de oportunidades, es tener la capacidad de atender problemáticas comunes donde todos tienen voz y participación, es creer en el mismo proyecto construyendo un ambiente de cooperativismo y confianza mutua, es un modelo que puede reconstruir lazos y velar por los intereses de miles de personas, mejorando su calidad de vida, garantizando el desarrollo social y económico de la Nación.
Podemos decir que la confianza es la base del modelo de economía solidaria, ya que su ADN es el bien común, el liderazgo colectivo y la construcción de un capital social que asegura a todos sus miembros una distribución equitativa de beneficios, sin ningún tipo de discriminación.
Héctor Raúl Ruiz,
Superintendente de la Economía Solidaria.